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La nominación de Katia Itzel García al premio de Mejor Árbitra del Mundo por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Futbol (IFFHS) ha puesto los reflectores sobre el arbitraje mexicano. La jueza figura entre las 20 finalistas de 2025, y junto a ella también destaca César Arturo Ramos Palazuelos, candidato al galardón de Mejor Árbitro del Mundo en la categoría varonil.
Estos reconocimientos invitan a replantear la percepción nacional sobre los silbantes mexicanos, usualmente marcada por la desconfianza y la crítica. ¿Es posible que el arbitraje en México tenga, en realidad, un nivel más alto de lo que se cree?
García acumula méritos indiscutibles: árbitra FIFA desde 2019, presencia en torneos internacionales y pionera al dirigir partidos de la Liga MX varonil. Su posición como sexta mejor árbitra del mundo en 2024, según la IFFHS, confirma que su trabajo es valorado globalmente. Ramos, por su parte, cuenta con un amplio recorrido internacional y ahora suma una nominación que reafirma su prestigio fuera del país.
Sin embargo, el reconocimiento individual no significa perfección colectiva. Los errores persisten, los medios los amplifican y la presión del entorno mexicano sigue siendo feroz. El reto, entonces, es transformar las críticas en impulso para fortalecer la formación, la evaluación y la profesionalización de los árbitros.
El arbitraje mexicano, con figuras como García y Ramos, demuestra que puede competir a nivel mundial. Más que negar las fallas, es momento de reconocer los avances y equilibrar la mirada: se puede exigir rigor, pero también celebrar la excelencia cuando surge.
